DIARIO DE UN CAMINANTE
POR CAMINOS DEL SUR
Capitulo uno
Cuando ya la tarde muestre su estado
febril en la primavera,
cuando ya el mundo decline su estado
viejo,
cuando en toda la red de esta pulcra
quietud
veamos que empieza serena la vejez.
Es tiempo entonces de meditar,
de buscar el sendero de la
proporcionalidad,
de estimular pensamientos de buena
fe,
de esperar el sol naciente entre las
espesas nieblas otoñales.
En buena lid consensuados al
beneplácito del alma humana,
en equilibrio, en el consuetudinario
fundamento
de un cristianismo vivo, eficaz,
reverente y tradicional.
En toda referencia a un espíritu de
certezas,
de verdades, de razonamientos,
para un caminar idóneo y sencillo.
Sabias esperanzas, de quien pasito a
pasito
busca la unidad y el verbo con el
sujeto comprendido,
de quien voltea una cuesta hacia la
dirección conveniente,
hasta llegar a la meta de la
caminata
por sendas polvorientas.
En el crepúsculo y en la noche
oscura,
en toda sana intención metida en
las alforjas que cuelgan,
para las andanzas cultivadas en las
esencias de los paisajes españoles.
Mapa de una singladura para poder
continuar,
misma satisfacción al avanzar en
los alpargates que se calzan.
Mismo deseo de bienaventuranza para
todo caminante.
Feliz quien sigue una milla extra
hasta el final del viaje.
José F. Garcia