miércoles, 17 de agosto de 2011

Córdoba.Paisajes con encanto:La torre de la Calahorra

CORDOBA.PAISAJES CON ENCANTO.LA TORRE DE LA CALAHORRA

Vista desde la calle “bajada del puente” la torre de la Calahorra aparece inmensa, luminosa, monumental, agradable de ver. Igual que un gran árbol en la cima de una montaña. Así este monumento saluda al visitante a la entrada del Puente Romano. Franqueada por dos palmeras y un ciprés. Jalonada por ventanas incrustadas en sus paredes. Coronada por una esplendida terraza.

Poema a su foso

A sus pies, un foso de acero y de madera de abeto;
como una entrada principesca,
como un alarde de sabiduría,
como una idea central de un discurso.

Como una bienvenida, como una excelencia;
como un valle que acompaña a un río,
como una reiterada bonanza;
como un crepúsculo silencioso.

Así aparece este foso,
con sus almenas elogiosas;
con sus escaleras preñadas de luz,
con su sencillez documentada.

Con su teoría de la relatividad,
con su cielo azul por cubierta,
con el lecho del río Guadalquivir
por compañero único.

Con la luz del día por estandarte,
con toda la belleza de los monumentos de Córdoba.
Así, como un recorte de la estampa de un periódico,
como una postal autentica.

Elevada con el sínodo de su galantería,
como un crucigrama resuelto;
como una foto de portada de la prensa;
como una elegancia absoluta.

Como una torre esencial,
incluida en la ruta turística de la ciudad;
como un museo de la antigüedad.
Así aparece la torre de la Calahorra,

a los ojos del visitante;
como una esfera del globo terráqueo,
como el ramo de una novia;
como un diamante en el cuello de una señora.

Con todo el señorío de los monumentos ancestrales;
como una canción del verano.
Como la élite de las construcciones antiguas;
como el inicio de una ruta arquitectónica.

Así aparecen los muros placenteros,
que brillan junto al río;
con una gran objetividad en el paisaje,
y la tolerancia de los tiempos.


Arriba, la torre respira por el claro de sus almenas, cobijandolas en su terraza, desde la que Córdoba se observa radiante: el río, la rivera,el puente romano,el alcázar, la mezquita, los edificios, las casas, la pulcra nitidez de su cielo. Sobre el casco histórico. Y desde allí la etérea veneración de la naturaleza lamiendo el cauce por donde el agua corre. Con su frenesí, como la plena belleza, por donde transcurre el aire, el dulce sol, y el hermoso rayo de la luna en la noche.

José Francisco. Córdoba,2011

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